viernes, 17 de julio de 2009

Los colores de la Realeza III

Blanco y negro



El blanco se asocia a la luz, la bondad, la inocencia y la virginidad. Se le considera el color de la perfección. En heráldica, representa fe y pureza. A diferencia del negro, el blanco por lo general tiene una connotación positiva, puede representar un inicio afortunado.

El armiño designa el blanco puro. Y significa la vía de la verdad, el camino hacia el espíritu. El plata también designa lo blanco y tiene un simbolismo similar: expresa la simplicidad, el despojo de todo lo terreno a favor de lo divino. Es aquel que es absolutamente neutral, que no juzga.

Tradicionalmente, las damas recibidas en audiencia privada por el Papa deben vestir de negro y tocarse de mantilla, al estilo español. Sólo las reinas católicas tienen el privilegio de vestirse de blanco con ocasión de un encuentro solemne con el Pontífice en las ceremonias vaticanas.

La Gran Duquesa de Luxemburgo y la Reina de España en San Pedro, de blanco
La Princesa Consorte de Mónaco con Pío XII, de negro

La Reina Consorte de Bélgica con Benedicto XVI, de blanco


La Reina de Inglaterra con Juan Pablo II, de negro


El negro, el color más enigmático, representa el poder, la elegancia, la formalidad, la fidelidad, la muerte y el misterio. Se asocia a lo desconocido y en heráldica simboliza autoridad, prestigio, fortaleza, intransigencia. Como se asocia con el dolor y la pena, en Occidente es el color universal del luto, mientras que, por el contrario, en las culturas orientales se utiliza el blanco. En Europa las reinas son las únicas que pueden llevar el luto blanco.
Con ocasión del funeral de Balduino de Bélgica en 1993, dos reinas de luto: la Consorte Reinante de negro y la Viuda de blanco.



Catalina de Médici en el siglo XV fue quien puso la moda del terciopelo negro con adornos de armiño en caso de luto real.




Diana de Poitiers (1499-1566), la amante de Enrique II de Francia, y la más grande líder de la moda de su tiempo, llevó luto durante toda su vida luego de la muerte de su esposo Luis de Brézé. Sólo vestía de negro pero con el agregado del blanco, combinación que se transformó en moda para las viudas aristocráticas. Hasta aquel momento los cortesanos acostumbraban vestirse con colores intensos, en telas recamadas de oro y plata, por lo que el estilo de Diana, con la absoluta simplicidad de sus atavíos blanco y negro o plata, contrastaba frente a ese suntuoso caleidoscopio, destacando como un haz de luz.







Cuando se realizó la coronación del rey Enrique, para asombro de los dignatarios presentes, en lugar del manto blanco o azul con la flor de lis dorada de Francia, el suyo fue negro y plata, ornado con medialunas entrelazadas formando un círculo. La corte, a partir de entonces, pasó a vestirse con esos colores.





Diana de Francia, hija ilegítima de Enrique II, ornada con los colores de moda.

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